miércoles, 21 de noviembre de 2007

El derecho al humor

La gente ahora todo lo busca en la televisión: Sergio Aragonés
Entrevista publicada en el Periódico El Financiero

Uno de los representantes más importantes de la irónica e hilarante revista de humor Mad es Sergio Aragonés, creador de los pequeños dibujos que aparecen en los bordes de las páginas de dicha publicación y por su sección titulada "Drawn-out dramas". Pero más allá de los cartones hay un popular y regordete personaje, Groo, creado hace 25 años por este castellonense.

Groo apareció en una pequeña editorial independiente, Pacific Cómics. ¿El motivo de esto?, simple: que las grandes editoriales absorbían automáticamente todos los derechos de la obra y Aragonés no estaba de acuerdo con ello. Él cree que una editorial independiente es lo que mantiene la calidad: "Lasgrandes compañías venden masivamente, ganan mucho dinero y no se arriesgan a perderlo —dice—. En cambio el independiente, como no tiene a los grandes autores que están en las editoriales establecidas, invitan a nuevos creadores y comienzan a hacer cosas mucho mejores."

Influido por el cómic francés y personajes como Asterix y Tintín, Sergio Aragonés, de entrada, es directo: "Mi influencia principal es el humor. Hay muy pocos autores que se dediquen a hacer chistes y se cambien a hacer cómics. Con Groo, por ejemplo, puedo criticar o indicar temas que estén pasando hoy en día, pero en lugar de presentarlo fuerte y socialmente lo hago representando estas críticas en otra época."

—¿Es la crítica la función social del humor gráfico?
—El humor es social, enseña, pero, para mí, es la de entretener.
—Entonces el humor debe ser universal y a la vez debe ser cultural.
—Sí, el humor debe ser accesible a todos; el campesino tiene el mismo derecho a reírse por lo mismo que se ríe un doctor o un ingeniero, pero el humor cambia de acuerdo al conocimiento de la gente, como cambian las novelas o lo que se ve por televisión. Mira, siempre habrá novelas finas, corrientes o comunes, e igual pasa con la caricatura: hay dibujos más finos o temas más educados.
—¿Cree que las historietas son parte de una industria cultural o sólo parte de una industria más del entretenimiento?


—Depende cuál; la mía, por ejemplo, es sólo de entretenimiento. Yo no trato de cambiar nada, aunque sí, subliminalmente, intento inculcar siempre un mensaje... Hay muchos cómics que nada más entretienen y hay otros que políticamente son intensos.


—Pero mucha gente piensa que el cómic debe aparecer en ediciones especiales, con artículos de colección, ediciones limitadas o más lujosas y han olvidado las viñetas de los periódicos y revistas, siendo éstas el origen de la tira cómica...

—La tira cómica está ligada de forma inseparable con el periódico; si éste fallece, la tira igual. El problema es que un periódico muere por la falta de publicidad, porque los publicistas en lugar de hacer anuncios en la prensa escrita trabajan para la televisión. La gente ya no tiene tiempo de leer, todo lo busca en la televisión; por ende, el número de impresiones de los periódicos disminuye y con esto baja el número de impresiones de las tiras cómicas... Hoy, las revistas especializadas como las de amor, de espectáculos o de cine tienen dibujantes especializados. Las que se especializan en política (con ciertos discursos que al lector le agrada) tienen a caricaturistas que hacen el tema político más interesante.


—Japón y Francia son grandes industrias del cómic, pero éste, al menos en México, es muy escaso, desde su venta hasta la creación de nuevos senderos para este arte. ¿Cómo se debe impulsar la industria... a qué cree que se deba esta escasez?


—A la falta de darle al lector mexicano material bueno. En Japón se ha mantenido siempre el cómic para niños, jóvenes, adultos y de mujer; así que cuando uno es niño en Japón, lee un cómic infantil; crece, y lee uno más juvenil; y, cuando es adulto, busca otros temas, pero siempre se tiene un material a elegir. Los editores en América, por ejemplo, se han dedicado al lector que compra el cómic en masa; si está de moda Batman se dedican a hacer miles de números de él, y de nada más. Hay editoriales, como Fantagraphics, que tienen ediciones muy limitadas, y otras que publican cómics muy buenos pero muy limitados. Ésos son los que se deben de buscar, porque están hechos con una calidad enorme. El cómic de superhéroes es simplemente un entrete- nimiento básico; sin embargo, éstos no son todos los cómics. Hay de los de altura, como los de Darkhorse, que publica el trabajo de Frank Miller (Ronin, Sin City), Mike Mignola (Hellboy) o Harvey Pekar (American Splendor).


—El manga ha ganado terreno en ventas y en popularidad frente al mercado europeo y gringo, rebasando a casas editoriales como DC o Marvel Comics. ¿Está siendo desplazado el cómic o sólo es una orientación cultural?
—No, no, la manga que se hizo popular en Occidente y otros sitios no tiene que ver nada con la manga buena japonesa. El anime y el cómic japonés de calidad a pocos les gusta, lo que ha llegado es el cómic fácil, el barato: el fácil de entender y de dibujar. Hay muchos jóvenes que no quieren estudiar anatomía, no quieren aprender a dibujar bien, entonces copian a la copia, imitan a la manga fácil y hacen historias muy malas... Si éste se ha hecho popular es porque los jóvenes en las escuelas los dibujan y otros lo ven y se vuelve un fenómeno que, obvio, va a desaparecer, porque la manga buena es estupenda, pero ésa no la pueden copiar porque es autoral y no llega hasta acá.


—¿Cree que el cómic, como herramienta de educación, podrá desplazar a la literatura en algún momento?
—No, nunca, son medios complementarios, no se pueden desplazar, ni la televisión lo hará ya que son del todo diferentes. Hay mucha gente que dice que el cómic es como el cine y no es cierto, tienen algunas similitudes, sí, pero en realidad es un medio completamente independiente. Es una combinación de escritura y dibujo y hay pocos medios que lo tienen. Los cómics ayudan: hay jóvenes que no saben leer o a quienes no les gusta la lectura, y leerlos les ayuda a encontrarla y a llegar a un punto en que les sobre o los rebase. Así, el lector tomará libros e imaginará lo que está leyendo a su manera.

Sólo despues del desastre podremos resucitar

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