viernes, 2 de noviembre de 2007

Inmortal, eclecticismo en clave de cómic

Horus en celo
Publicada en 24xsegundo

El eclecticismo del artista polivalente Enki Bilal admite sin problemas la mezcla de un Nueva York futurista con la existencia de antiquísimos dioses egipcios, tecnología genética y enamoramientos tradicionales, para procrear Inmortal.

Cada vez resulta más frecuente hallar historias novedosas sobre mundos imaginarios que antes sólo existían en la literatura, los comics o los videojuegos. El caso más reciente es el de Enki Bilal, escritor francés, reconocido en Europa por su amplia gama de talentos: dibujante, guionista y director de cine, en cuya obra plasma mundos surrealistas y caóticos, con ideas políticas, culturales y filosóficas en un universo propio y único, creando atmósferas futuristas cercanas a la desesperación y al descontrol humano.

Una transnacional que maneja el destino de toda una nación-ciudad, mezcla de Nueva York y París (little Paris); un revolucionario que logra escapar de una prisión criogénica luego de 30 años de encarcelamiento; una pirámide egipcia (Hierkonopolis) aparecida de súbito y que gravita en el cielo; mutantes y extraterrestres; una mujer azul que no sabe quién es, de dónde viene y por qué apareció en la Tierra, detenida y utilizada como conejillo de indias, son algunos de los elementos de Inmortal (Immortel Ad Vitam, Francia-Italia-Reino Unido, 2004), largometraje de Bilal.

En la vieja Yugoslavia, 1951, nació Bilal, quien a los 10 años, junto con su familia, se mudó a Francia, iniciándose en el mundo del cómic en 1972 como ilustrador de guiones ajenos. Para los ochenta realizó la trilogía Nikopol, nombrado el Mejor Libro del Año por la revista francesa Lire, pues mantiene una combinación entre lo animado y lo artístico, introduciendo una nueva dimensión en el cómic Europeo.

La feria de los inmortales, La mujer trampa y Frío ecuador (títulos de la trilogía), transcurren en un Nueva York no tan lejano al que conocemos, en un futuro que nos permite entender nuestro presente y, más aún, saber en lo que nos convertiremos. Las sentencias de la Ciencia-Ficción se hacen reales, la tecnología nos controla y cada vez dependemos más de ella. Para probarlo, Bilal crea una atmósfera fría y desconsoladora.

Inmortal es la fiel adaptación cinematográfica de esa trilogía, donde en medio de un ambiente caótico, inserta en los diálogos poemas de Baudelaire, crisis existenciales, desamor, desesperanza, poder, desencanto y muerte, mezclando elementos históricos y creando una mitología única que junta ideas sociales, psicológicas y filosóficas.

Pirámides en la metrópolis

Hierkonopolis, un antiguo templo egipcio, aparece repentinamente en Nueva York. Bastet, mujer con cara de gato, diosa de la guerra, de la fertilidad y de la alegría, y Anubis, protector de la tumbas y cuerpos, hombre con cara de chacal, resucitan al dios Horus (hombre halcón) castigado por desobediencia, a quien le dan siete dias de vida –el tiempo del latido en el corazón de un dios–, para recuperar su inmortalidad de nuevo. Para lograrlo, necesita preñar a una mujer sumamente especial, capaz de procrear a los hijos de los dioses.

Jill Bioskop, una mujer extraña de cabello y lágrimas azules, arrestada por Eugenics (laboratorio genético), sin recuerdos de su pasado y desconociendo la razón por la que está en la tierra, conoce a Alcide Nikopol, un líder revolucionario, que escapa de una cámara criogénica, sin saber que Horus lo utiliza para enamorarla y preñarla para recuperar su inmortalidad.

Al descubrir el escape de Nikopol –obra de Horus– y por temor a que sus ideas se propaguen de nuevo, el gobierno-trasnacional intenta detenerlo. En el medio de la historia transcurren, sobre todo, imágenes impactantes y vertiginosas, en la que fue la primer cinta de la historia en rodarse completamente sobre pantallas azules y con escenarios virtuales (antes aún que el Capitán Sky, quien se abroga el mérito).

La capacidad de Bilal para entender un mundo donde el caos y la desesperanza siempre están presentes, intenta rescatar lo que hoy ya no existe –en este caso el panteón de dioses egipcios– y mezclarlo con el futurismo, para entender a nuestro mundo y ver en lo que nos convertiremos si no reflexionamos sobre nuestro presente.
Sólo despues del desastre podremos resucitar

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